La Cultura del Martirio y la Ineficacia Comunicativa Israelí
- Jose Lev Alvarez Gomez
- 1 feb 2024
- 5 Min. de lectura
Un nuevo alto al fuego entre Israel y Hamas es inminente. Según informaciones recientes, este acuerdo duraría varias semanas y cambiaría la dinámica bélica actual.
Paralelamente, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, estaría preparando, bajo presión estadounidense, múltiples reformas que permitirían a la Autoridad Palestina que éste lidera volver a recuperar el control soberano y administrativo de la Franja de Gaza.
El acuerdo de alto al fuego en discusión tendría tres etapas fundamentales.
La fórmula básica sería la liberación de un rehén israelí por cada 30 terroristas encarcelados por cada día de alto al fuego. Por tanto, esto equivale a la liberación de entre 35 y 40 rehenes a cambio de que Israel conmute las sentencias de 1,200 prisioneros palestinos durante un período de aproximadamente seis semanas.
Además, las fuerzas israelíes se retirarían de las posiciones en la ciudad de Gaza, pero no de la propia Franja, como ha estado exigido constantemente Hamas.
Mientras, Hamas insiste en que las mujeres y los niños israelíes rehenes en Gaza sean liberados durante la primera etapa, mientras que los hombres y soldados serían entregados en la segunda etapa. La etapa final consistiría en la devolución de los cadáveres de los israelíes muertos durante su cautiverio en Gaza.
Por su parte, a los palestinos no se les permitirá aún regresar a sus hogares en el norte de Gaza, pero Israel sí avalaría la visita de una delegación de la ONU a la zona para que así se comience a dar forma a esta posibilidad eventualmente.
Así las cosas, durante la primera etapa del alto al fuego, Israel, Egipto, Qatar y Estados Unidos también trabajarían en la conformación de una administración civil en la Franja de Gaza que reemplace a Hamas.
El propósito de esta nueva administración civil no está claro, pero se cree que eventualmente se disolverá en el seno de la Autoridad Palestina luego de que esta entidad política sea reformada. La Autoridad Palestina ha sido recientemente acusada de corrupción, desviación de dinero, fomentar el terrorismo (actualmente la Autoridad Palestina paga un salario vitalicio a cualquier ciudadano árabe palestino que esté encarcelado por intentar o asesinar a un judío o israelí) y promover el antisemitismo en las escuelas públicas.
Además, la Autoridad Palestina tiene también la intención de reducir la burocracia institucional, reemplazar a los diplomáticos que representan actualmente a la Autoridad Palestina en el extranjero e iniciar un mecanismo interno de ‘autoinvestigación’ -bajo supervisión estadounidense- dentro de la Seguridad Preventiva Palestina (los servicios de inteligencia de la Autoridad Palestina).
Actualmente, la posición oficial de la Autoridad Palestina es que no quiere regresar a Gaza ni asumir la responsabilidad de su reconstrucción a menos que esto sea parte de un acuerdo que conduzca a la creación de un Estado soberano. Sin embargo, nadie en Ramallah cree que Abbas llevará a cabo las reformas.
De hecho, una encuesta reciente en Cisjordania indica que el 90% de los palestinos no apoya a Abbas e incluso consideran que “debe renunciar”, un 60% cree que la Autoridad Palestina es una estructura política “ineficaz que debería disolverse” y el 60% apoya el que Hamas asuma el mando de la Autoridad Palestina. Junto a esto, el 64% de los encuestados también se opone a que la Autoridad Palestina participe siquiera en reuniones con los Estados Unidos u otros Estados árabes de la región sobre el futuro de Gaza dentro del contexto de la posguerra.
Luego de ganar las elecciones parlamentarias en 2006, la organización terrorista Hamas reclamó el traspaso de poderes al partido Fatah (quienes rigen la Autoridad Palestina desde 1994 junto a la Organización para la Liberación de Palestina).
La reacción negativa por parte de Fatah sentó las bases para que Hamas llevara acabo un golpe de estado en Gaza contra Fatah -no así en Cisjordania- y para que asumiera el control pleno de la Franja (previamente evacuada en el año 2005 -unilateralmente- por Israel dentro del contexto de la Segunda Intifada). Desde entonces, la Autoridad Palestina (copada impecablemente por Fatah) no ha celebrado elecciones libres ni en Gaza ni en Cisjordania.
Desde el año 2007, y luego del establecimiento de una dictadura guiada por la ‘sharia’ de la Hermandad Musulmana, la organización terrorista Hamas -y su aliado en el enclave, la Yihad Islámica- ha lanzado más de 70,000 misiles (de los cuales el 20% han caído dentro de la misma Franja de Gaza) contra el Estado Judío, ha incoado 4 guerras, y ha construido una red de 500 millas de túneles (a razón de 3 millones de dólares por túnel; dinero que proviene principalmente del dinero que Hamas desvía de organizaciones internacionales como UNRWA) en zonas civiles -conectados a escuelas y hospitales- desde donde lanzar misiles y esconder a sus combatientes.
Estos túneles fueron los que permitieron que Hamas iniciara el actual conflicto -al movilizar a sus combatientes por debajo de la tierra hasta la zona fronteriza con Israel y así atacar sorpresivamente las Fuerzas de Defensa de Israel) y pudiera (junto al apoyo de 2,000 de civiles palestinos que entraron en masa al territorio israelí) secuestrar y acabar con la vida -principalmente- de 1,700 árabes beduinos, judíos y druzos israelíes en 15 horas.
Por su parte, Israel ha azotado a la Franja de Gaza con puño de hierro y ha asesinado a más de 24,000 personas de los cuales aproximadamente más de la mitad son miembros de Hamas, la Yihad Islámica, el Estado Islámico, Al-Qaeda y otros grupos terroristas más que operan en el enclave bajo la mirada atenta de Hamas.
A pesar de avisar a los civiles lanzando cartas desde el aire e interceptando llamadas telefónicas antes de realizar bombardeos (se estima que solo 0.8 civiles mueren por cada bombardeo que Israel realiza; a diferencia de los 18 civiles asesinados por la aviación estadounidense en Irak), e incluso de evacuar a civiles directamente en el terreno, la cantidad de civiles muertos en este conflicto es alarmante y confirma dos cosas: 1) la presión de Hamas para usar a su propia población civil como “escudos humanos” y 2) el hecho de que Israel no ha sabido -ante el ataque inesperado de Hamas el pasado 7 de Octubre de 2023- cómo manejar y comunicar eficientemente sus respuesta militar ante la guerra iniciada por Hamas.
Esta ineficacia le ha costado a Israel una denuncia sudafricana por “genocidio” ante la Corte Internacional de Justicia en La Haya (algo que este organismo judicial aminoró afirmando que Israel solo busca acabar con Hamas y sus cabecillas; no realizar una limpieza sistemática motivada por razones étnicas o religiosas como sí lo hicieron los Nazis en Europa o Pol Pot en Camboya) y una exacerbación de eventos antisemitas en contra de los judíos a nivel mundial.
Sin dudas, este conflicto va para largo y aunque se liberen a los rehenes israelíes restantes y se elimine a los miembros y cabecillas de los grupos terroristas que operan en Gaza, si los Palestinos no abandonan la senda del radicalismo islámico y la cultura del martirio, e Israel no busca una solución permanente al conflicto, la dinámica actual será una rutina.
Así, la Visión 2030 Saudí y sus ideas de una paz regional permanente -libre de amenazas terroristas- será una quimera más en una de las regiones más convulsas del planeta.
